"LA INTOLERANCIA SE CURA VIAJANDO"

martes, 23 de diciembre de 2014

QATAR LIVING



Cuando hace ya unos cuantos meses (demasiados…), me propusieron por primera vez la idea de venirme a trabajar a Qatar, la verdad es que tuve pocas dudas: conocĂ­a de sobra lo que significaba Aspire y era muy difĂ­cil decir que no a una oportunidad laboral asĂ­. Sin embargo, enseguida me vino a la cabeza una pregunta fundamental: ¿cĂłmo será eso de vivir en Qatar? Es más… ¿dĂłnde coño está Qatar?

Siempre he escuchado el tĂłpico ese de que los americanos son unos incultos porque no saben ni colocar a España en el mapa, o aquello de que los extranjeros piensan que a todos los españoles nos gustan los toros y a nuestras mujeres las sevillanas, pero… ¿cuántos de vosotros sabrĂ­ais colocar a un paĂ­s archi-nombrado como Irak en el mapa? ¿y a Bulgaria? Y lo que es peor… ¿a Lleida? ¿Cuántos seguimos pensando que los alemanes son cuadriculados, los árabes machistas y los andaluces vagos?

Lo que quiero decir es que muchas veces vivimos encerrados en nuestros clichĂ©s, casi siempre construidos de oĂ­das, o cuanto menos de verdades a medias. Y paradĂłjicamente nos jode mucho cuando nos intentan meter a nosotros en uno de ellos, pero no nos molesta utilizarlos con los demás. Romper un prejuicio no es cĂłmodo porque implica romper con nuestras creencias, y os aseguro que se me acabarĂ­an los dedos de las manos y los pies varias veces si tuviera que contar el nĂşmero de personas que me han dicho que en Qatar hay terroristas, que ponen bombas o que los “moros” (tĂ©rmino despectivo que nunca me ha gustado y ahora menos) son poco menos que asesinos en potencia.

Pero para ser sincero, lo que para muchos hubiera sido un freno, para mĂ­ fue todo lo contrario: suena a aventura, suena a lejos, suena a diferente y desconocido… DECISIĂ“N TOMADA. NOS VAMOS A VIVIR A QATAR.

Empezamos a informarnos, a preguntar. Hablamos con unos y con otros, leĂ­mos, recabamos opiniones, y… nos acabamos haciendo nuestro propio clichĂ©. Hace ya mucho tiempo que suelo decir que de viajes y de cines no acepto consejos: cada uno tenemos unos gustos, unas preferencias, y unas circunstancias vitales. Y lo que para unos es un sitio muy bonito o una pelĂ­cula muy buena, para otros es un aburrimiento o una mierda de pelĂ­cula. Encontramos sobre Qatar mil opiniones diferentes, malas, buenas y de todo tipo, pero la realidad es que lo tenĂ­amos claro: querĂ­amos vivir esta experiencia.

Si os dais cuenta, llevo más de un mes aquí y aún no había hablado prácticamente nada de mi vida en Qatar. Simplemente porque primero hay que ver, y luego opinar. Hay que asentarse y poner todo en su contexto adecuado. Hay que dejar de ver todo desde nuestros ojos occidentales para empezar a mirar las cosas con ojos de aquí. De lo contrario te pasarás el día enfadado con el mundo y criticando todo lo que no está a tu gusto o te parece injusto. En eso creo que consiste la experiencia cultural de vivir en otro país y en otra cultura. Aprendamos y no nos enfademos por todo (cosa muy frecuente entre la población extranjera aquí).

Algún día me dedicaré a contaros mil anécdotas que me han ido ocurriendo, pero hoy simplemente os voy a contar algunas de las grandes diferencias culturales que he ido viendo.

  1. EL TIEMPO… ¿ESO QUÉ ES? En occidente vivimos con prisa. Para todo. Y todos lo sabemos, pero nos hemos metido en la rueda y ya estamos acostumbrados. La gente baja corriendo las escaleras del metro y no sabe por quĂ©.  Los dĂ­as se nos quedan cortos, queremos ir al gimnasio, a trabajar, a recoger a los niños, tomar cañas con amigos, y NO NOS DA TIEMPO. ¡QuĂ© frase más recurrente! AquĂ­… el concepto de tiempo es otra cosa. Todo es INSHALLAH (“si Dios quiere”). Que te firmen un papel puede llevar 2 semanas, 1 mes para que te den el uniforme de trabajo, 3 meses para un visado, semáforos que tardan 8 minutos en abrirse…  Las horas no existen: la gente no lleva reloj, e incluso esta misma tarde me sorprendiĂł preguntarle a un chico que a quĂ© hora competĂ­a hoy, y me dijo que no sabĂ­a (además con cara de “¿y por quĂ© tengo yo que saberlo?”).
    Por suerte no soy una persona que haya vivido nunca pegada a un reloj (bien lo sabéis muchos), y lo llevo de manera muy relajada. ADAPTARSE O MORIR.
     
  2. EL RITMO DE LAS COSAS. Las cosas aquí pasan cuando tienen que pasar y todo lleva su propio ritmo. Si un señor está en el control de pasaportes del aeropuerto y le toca la hora del almuerzo, se irá a almorzar aunque haya 450 personas enfurecidas en la cola. Y cuando vuelva y haya 1500, estará igual de estresado que cuando se fue: CERO. Una vez más, el mejor método es asumir que eso es así, porque si no te pasarás el día cagándote en todo y no conseguirás nada. Así que si no puedes con tu enemigo, únete a él.
     
  3. LA SENSACIÓN DE INSEGURIDAD. Lo resumiré muy fácil: me siento más inseguro paseando por la calle Santiago de Valladolid que en cualquier sitio en el que haya estado en Doha. Por lo general se respira mucha tranquilidad allá donde estés. Este es un sitio ideal para las familias, los niños, y una vida relajada y segura. Una excepción: las rotondas. La norma no escrita dice que aquí tiene preferencia en la rotonda el que los tiene más cuadrados, el del coche más grande, o el primero que mete el morro, jeje.
     
  4. LAS LIBERTADES. Sobre este tema creo que podrĂ­a hablar más de dos dĂ­as y difĂ­cilmente acabarĂ­a. Uno de los mayores prejuicios que tenemos hacia la cultura árabe es la opresiĂłn a la mujer, el recorte de libertades, etc. Y digo que podrĂ­a hablar mucho porque creo que (una vez más) desde nuestra visiĂłn occidental hemos puesto esa etiqueta y ya no vemos más allá. Vaya por delante que tapar a las mujeres con el burka o con la abaya no me parece digno del Siglo XXI (y ni siquiera del XVI…), pero sin que suene a demagogia, ¿cuántas mujeres en muchos paĂ­ses incluido el nuestro están oprimidas por sus maridos y no llevan burka? No hablo de otros paĂ­ses árabes donde sĂ© que no es asĂ­, pero aquĂ­ las mujeres conducen, trabajan, van solas por la calle, y hasta tienen preferencia en una cola por delante de los hombres. Y lo que  es más importante: todo el mundo convivimos en el mismo lugar y no pasa nada. Nadie se pega, se insulta, ni detienen a nadie por ser diferente (cosa que en España con esta nueva ley...). Como mucho te avisarán si llevas minifalda en un sitio donde todas las mujeres vayan tapadas, cosa que me parece hasta de sentido comĂşn, la verdad. Ellos están haciendo un esfuerzo por abrirse, y creo que nosotros tambiĂ©n debemos hacer el nuestro por adaptarnos a su paĂ­s y a sus normas, que para eso vivimos aquĂ­.
     
  5. EL ALCOHOL Y EL CERDO. AquĂ­ sĂ­ que nos han jodido a los españoles... Ambos están estrictamente prohibidos, y para que os hagáis una idea, dar más de 0,0 en un test de alcoholemia es positivo. Y una persona visiblemente borracha por la calle puede irse al calabozo directamente. En cuanto al cerdo no hay pena de cárcel (si no yo ya tendrĂ­a cadena perpetua), pero como ellos no lo comen por su religiĂłn, pues los demás tampoco. De todas formas, y creo que en un intento de abrirse por su parte, existe una Ăşnica tienda en todo Doha donde venden productos “prohibidos” (alcohol, cerdo, etc.). Solo para extranjeros, y con un permiso especial que te permite gastar máximo el 10% de tu salario al mes. Lo suficiente para que puedas tener tus cervecitas, tu vinito y tu jamĂłn en la nevera. AsĂ­ que tampoco es para tanto.
     
  6. LA RELIGIĂ“N. Sobra decir que aquĂ­ la religiĂłn marca el ritmo de todo. Los fines de semana son los viernes y sábados (sábado es su dĂ­a sagrado), por los altavoces de toda la ciudad se llama al rezo 5 veces al dĂ­a, en las habitaciones de los hoteles te ponen gel y champĂş, pero tambiĂ©n un Corán, una alfombra y una brĂşjula… Curioso todo. Incluso he visto que los chavales antes de los partidos oficiales de fĂştbol tienen un rezo guiado por su entrenador. Es curioso verles a todos arrodillarse y levantarse acompasadamente en el centro del campo. Seas creyente o no, creo que es algo que hay que respetar.
     
  7. LA GENTE. Para quien haya viajado a algĂşn paĂ­s musulmán de los que tenemos más cerca (Marruecos, TĂşnez, TurquĂ­a…), solo deciros que la gente aquĂ­ es bastante diferente. Se puede pasear por un zoco con tranquilidad sin que te den el coñazo. En general son gente amable y respetuosa en el trato, y una cosa que me ha llamado mucho la atenciĂłn desde el inicio: el saludo para ellos es sagrado. Llegar a un sitio y dar la mano a todo el que allĂ­ estĂ© (le conozcas o no) es algo casi obligatorio. Se considera de muy mala educaciĂłn no saludar. Curioso tambiĂ©n.
     
     
  8. EL CLIMA. Vivimos en el desierto. Por suerte Doha tiene mar y eso suaviza algo el clima. Y por suerte yo he llegado en invierno y esto es una gozada (aĂşn no he visto bajar el termĂłmetro de 20 grados). Pero paradĂłjicamente es muy comĂşn que la gente tenga problemas Ăłseos por falta de vitamina D por una baja exposiciĂłn a la luz solar. Se mueven en coche para todo y salen a la calle lo justo (cosa que entenderĂ­a en verano con 50 grados pero no ahora que el clima es genial). Están tan concienciados con evitar el calor que lo evitan incluso cuando no lo hace. Les encanta poner el aire acondicionado a 18 grados y llevar chaqueta. El otro dĂ­a vi a unos padres que llevaban a un niño en la sillita por el parque con bufanda y gorro… y habĂ­a 27 grados!! A estos los querĂ­a ver yo en Burgos en enero.
     

En fin, como habĂ©is visto hay un montĂłn de diferencias culturales que al menos a mĂ­ (que sĂ© que siempre saco el lado positivo de todo), me gustan y me enriquecen. Mucha gente no las lleva tan bien, pero es cierto que a los árabes les gustamos especialmente los españoles. Se encuentran cĂłmodos con nosotros. Por nuestra forma de ser, dicen. Quizá somos menos cuadriculados, más relajados, menos estresados… o quizá es que aĂşn nos queda algo de herencia de los 800 años que pasaron en nuestro paĂ­s.

 

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