"LA INTOLERANCIA SE CURA VIAJANDO"

miércoles, 31 de diciembre de 2014

¿AÑO NUEVO? VIDA NUEVA






Siempre me ha fascinado la capacidad de la gente para planificar, hacer balances, y marcarse propósitos para el año nuevo cuando llegan estas fechas. Lo admiro entre otras cosas porque yo soy incapaz de hacerlo, y porque las pocas veces que lo he hecho me ha quedado bastante claro que al menos a mí, me sirve para bastante poco. Pero parece ser que pasar una hoja del calendario o un digito en el año es una buena oportunidad para que mucha gente al menos se pare un momento a pensar o a reflexionar, cosa que no hace los restantes 364 días del año. Así que aunque solo sea por eso, bien está.

Personalmente nunca me han gustado las fechas señaladas. Ni el día del Padre, ni el de la Madre, ni el de Navidad, ni Nochevieja, ni Año Nuevo…  Puros convencionalismos con más intereses comerciales que otra cosa, y que entiendo que a mucha gente le hagan ilusión, pero a mí… la verdad es que no. Este año, estando a miles de kilómetros y en una cultura tan diferente, os aseguro que para nada me ha entristecido pasar la Navidad lejos de casa. La distancia con los seres queridos es la misma en Navidad que en Abril, y no he echado más de menos a mi familia estos días que hace un mes. Para ser sincero, solo echo de menos haber roto por primera vez en 14 años la tradición de acabar el año corriendo la San Silvestre (los corredores estamos un poco tocaos de la cabeza, qué le vamos a hacer…).

En Qatar evidentemente no se celebra la Navidad, ni hay luces por las calles, ni renos ni Papa Noel. Por descontado que tampoco hay nieve. No hay rebajas en los comercios ni pelis de Disney hablando de las cosas bonitas de la Navidad en la tele. Carrefour no vende las uvas de 12 en 12, si no por Kg, como toda la vida. Se trabaja en Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo. Aquí todos los días son iguales y el ritmo de vida no cambia porque cambie el calendario. Nadie te felicita el año nuevo como si fuera tu amigo de toda la vida, y para más inri, hay 28 grados y hace un sol de justicia. Los occidentales como mucho nos juntamos con algún amigo para cenar hoy… y poco más. Y la vida sigue igual. Ni soy más feliz estos días porque sea Navidad, ni menos por estar lejos de casa. Eso sí, os aseguro que soy más feliz ahora que tengo aquí a la family, eso es innegable, y hasta algunos dicen que se me nota en la cara.

Si tuviera que resumir en una frase este 2014, sería la siguiente: “LAS COSAS NO SON COMO EMPIEZAN, SINO COMO ACABAN”. Si hace 365 días me hubieran preguntado cómo imaginaba que sería mi vida en un año, creo que no hubiera acertado ni una. El 2014 empezó con más pena que gloria, pero estoy seguro que gran parte de los momentos duros vividos a finales de 2013 sirvieron para gestar este gran cambio. Para poner las prioridades en su debido lugar y ordenar la cabeza y las ideas como debía. Ni de lejos se me pasaba por la cabeza un cambio de vida de esta magnitud, pero… aquí estoy. Aunque personalmente prefiero decir que no cambiamos, sino que evolucionamos. Escalón a escalón. Partido a partido. Día a día. Año a año. Cada uno que se ponga el espacio temporal que quiera, pero lo importante es estar dispuesto a evolucionar.

Estos últimos días de 2014 han sido un compendio de ilusión, alegría, gratas sorpresas y buenas noticias. El tiempo va poniendo las cosas en su sitio, y eso me gusta. Mi gente, y en especial los que peor lo estaban pasando, comienzan a enderezar el rumbo y vuelven a sonreír. Nuevas vidas en camino. Nuevos proyectos. Ilusiones renovadas. Parece que me tenía que ir lejos para que las cosas funcionaran… habérmelo dicho antes, coño!!

Feliz primer día del resto de vuestras vidas. Y mañana, y pasado mañana… también.

 


 

martes, 23 de diciembre de 2014

QATAR LIVING



Cuando hace ya unos cuantos meses (demasiados…), me propusieron por primera vez la idea de venirme a trabajar a Qatar, la verdad es que tuve pocas dudas: conocía de sobra lo que significaba Aspire y era muy difícil decir que no a una oportunidad laboral así. Sin embargo, enseguida me vino a la cabeza una pregunta fundamental: ¿cómo será eso de vivir en Qatar? Es más… ¿dónde coño está Qatar?

Siempre he escuchado el tópico ese de que los americanos son unos incultos porque no saben ni colocar a España en el mapa, o aquello de que los extranjeros piensan que a todos los españoles nos gustan los toros y a nuestras mujeres las sevillanas, pero… ¿cuántos de vosotros sabríais colocar a un país archi-nombrado como Irak en el mapa? ¿y a Bulgaria? Y lo que es peor… ¿a Lleida? ¿Cuántos seguimos pensando que los alemanes son cuadriculados, los árabes machistas y los andaluces vagos?

Lo que quiero decir es que muchas veces vivimos encerrados en nuestros clichés, casi siempre construidos de oídas, o cuanto menos de verdades a medias. Y paradójicamente nos jode mucho cuando nos intentan meter a nosotros en uno de ellos, pero no nos molesta utilizarlos con los demás. Romper un prejuicio no es cómodo porque implica romper con nuestras creencias, y os aseguro que se me acabarían los dedos de las manos y los pies varias veces si tuviera que contar el número de personas que me han dicho que en Qatar hay terroristas, que ponen bombas o que los “moros” (término despectivo que nunca me ha gustado y ahora menos) son poco menos que asesinos en potencia.

Pero para ser sincero, lo que para muchos hubiera sido un freno, para mí fue todo lo contrario: suena a aventura, suena a lejos, suena a diferente y desconocido… DECISIÓN TOMADA. NOS VAMOS A VIVIR A QATAR.

Empezamos a informarnos, a preguntar. Hablamos con unos y con otros, leímos, recabamos opiniones, y… nos acabamos haciendo nuestro propio cliché. Hace ya mucho tiempo que suelo decir que de viajes y de cines no acepto consejos: cada uno tenemos unos gustos, unas preferencias, y unas circunstancias vitales. Y lo que para unos es un sitio muy bonito o una película muy buena, para otros es un aburrimiento o una mierda de película. Encontramos sobre Qatar mil opiniones diferentes, malas, buenas y de todo tipo, pero la realidad es que lo teníamos claro: queríamos vivir esta experiencia.

Si os dais cuenta, llevo más de un mes aquí y aún no había hablado prácticamente nada de mi vida en Qatar. Simplemente porque primero hay que ver, y luego opinar. Hay que asentarse y poner todo en su contexto adecuado. Hay que dejar de ver todo desde nuestros ojos occidentales para empezar a mirar las cosas con ojos de aquí. De lo contrario te pasarás el día enfadado con el mundo y criticando todo lo que no está a tu gusto o te parece injusto. En eso creo que consiste la experiencia cultural de vivir en otro país y en otra cultura. Aprendamos y no nos enfademos por todo (cosa muy frecuente entre la población extranjera aquí).

Algún día me dedicaré a contaros mil anécdotas que me han ido ocurriendo, pero hoy simplemente os voy a contar algunas de las grandes diferencias culturales que he ido viendo.

  1. EL TIEMPO… ¿ESO QUÉ ES? En occidente vivimos con prisa. Para todo. Y todos lo sabemos, pero nos hemos metido en la rueda y ya estamos acostumbrados. La gente baja corriendo las escaleras del metro y no sabe por qué.  Los días se nos quedan cortos, queremos ir al gimnasio, a trabajar, a recoger a los niños, tomar cañas con amigos, y NO NOS DA TIEMPO. ¡Qué frase más recurrente! Aquí… el concepto de tiempo es otra cosa. Todo es INSHALLAH (“si Dios quiere”). Que te firmen un papel puede llevar 2 semanas, 1 mes para que te den el uniforme de trabajo, 3 meses para un visado, semáforos que tardan 8 minutos en abrirse…  Las horas no existen: la gente no lleva reloj, e incluso esta misma tarde me sorprendió preguntarle a un chico que a qué hora competía hoy, y me dijo que no sabía (además con cara de “¿y por qué tengo yo que saberlo?”).
    Por suerte no soy una persona que haya vivido nunca pegada a un reloj (bien lo sabéis muchos), y lo llevo de manera muy relajada. ADAPTARSE O MORIR.
     
  2. EL RITMO DE LAS COSAS. Las cosas aquí pasan cuando tienen que pasar y todo lleva su propio ritmo. Si un señor está en el control de pasaportes del aeropuerto y le toca la hora del almuerzo, se irá a almorzar aunque haya 450 personas enfurecidas en la cola. Y cuando vuelva y haya 1500, estará igual de estresado que cuando se fue: CERO. Una vez más, el mejor método es asumir que eso es así, porque si no te pasarás el día cagándote en todo y no conseguirás nada. Así que si no puedes con tu enemigo, únete a él.
     
  3. LA SENSACIÓN DE INSEGURIDAD. Lo resumiré muy fácil: me siento más inseguro paseando por la calle Santiago de Valladolid que en cualquier sitio en el que haya estado en Doha. Por lo general se respira mucha tranquilidad allá donde estés. Este es un sitio ideal para las familias, los niños, y una vida relajada y segura. Una excepción: las rotondas. La norma no escrita dice que aquí tiene preferencia en la rotonda el que los tiene más cuadrados, el del coche más grande, o el primero que mete el morro, jeje.
     
  4. LAS LIBERTADES. Sobre este tema creo que podría hablar más de dos días y difícilmente acabaría. Uno de los mayores prejuicios que tenemos hacia la cultura árabe es la opresión a la mujer, el recorte de libertades, etc. Y digo que podría hablar mucho porque creo que (una vez más) desde nuestra visión occidental hemos puesto esa etiqueta y ya no vemos más allá. Vaya por delante que tapar a las mujeres con el burka o con la abaya no me parece digno del Siglo XXI (y ni siquiera del XVI…), pero sin que suene a demagogia, ¿cuántas mujeres en muchos países incluido el nuestro están oprimidas por sus maridos y no llevan burka? No hablo de otros países árabes donde sé que no es así, pero aquí las mujeres conducen, trabajan, van solas por la calle, y hasta tienen preferencia en una cola por delante de los hombres. Y lo que  es más importante: todo el mundo convivimos en el mismo lugar y no pasa nada. Nadie se pega, se insulta, ni detienen a nadie por ser diferente (cosa que en España con esta nueva ley...). Como mucho te avisarán si llevas minifalda en un sitio donde todas las mujeres vayan tapadas, cosa que me parece hasta de sentido común, la verdad. Ellos están haciendo un esfuerzo por abrirse, y creo que nosotros también debemos hacer el nuestro por adaptarnos a su país y a sus normas, que para eso vivimos aquí.
     
  5. EL ALCOHOL Y EL CERDO. Aquí sí que nos han jodido a los españoles... Ambos están estrictamente prohibidos, y para que os hagáis una idea, dar más de 0,0 en un test de alcoholemia es positivo. Y una persona visiblemente borracha por la calle puede irse al calabozo directamente. En cuanto al cerdo no hay pena de cárcel (si no yo ya tendría cadena perpetua), pero como ellos no lo comen por su religión, pues los demás tampoco. De todas formas, y creo que en un intento de abrirse por su parte, existe una única tienda en todo Doha donde venden productos “prohibidos” (alcohol, cerdo, etc.). Solo para extranjeros, y con un permiso especial que te permite gastar máximo el 10% de tu salario al mes. Lo suficiente para que puedas tener tus cervecitas, tu vinito y tu jamón en la nevera. Así que tampoco es para tanto.
     
  6. LA RELIGIÓN. Sobra decir que aquí la religión marca el ritmo de todo. Los fines de semana son los viernes y sábados (sábado es su día sagrado), por los altavoces de toda la ciudad se llama al rezo 5 veces al día, en las habitaciones de los hoteles te ponen gel y champú, pero también un Corán, una alfombra y una brújula… Curioso todo. Incluso he visto que los chavales antes de los partidos oficiales de fútbol tienen un rezo guiado por su entrenador. Es curioso verles a todos arrodillarse y levantarse acompasadamente en el centro del campo. Seas creyente o no, creo que es algo que hay que respetar.
     
  7. LA GENTE. Para quien haya viajado a algún país musulmán de los que tenemos más cerca (Marruecos, Túnez, Turquía…), solo deciros que la gente aquí es bastante diferente. Se puede pasear por un zoco con tranquilidad sin que te den el coñazo. En general son gente amable y respetuosa en el trato, y una cosa que me ha llamado mucho la atención desde el inicio: el saludo para ellos es sagrado. Llegar a un sitio y dar la mano a todo el que allí esté (le conozcas o no) es algo casi obligatorio. Se considera de muy mala educación no saludar. Curioso también.
     
     
  8. EL CLIMA. Vivimos en el desierto. Por suerte Doha tiene mar y eso suaviza algo el clima. Y por suerte yo he llegado en invierno y esto es una gozada (aún no he visto bajar el termómetro de 20 grados). Pero paradójicamente es muy común que la gente tenga problemas óseos por falta de vitamina D por una baja exposición a la luz solar. Se mueven en coche para todo y salen a la calle lo justo (cosa que entendería en verano con 50 grados pero no ahora que el clima es genial). Están tan concienciados con evitar el calor que lo evitan incluso cuando no lo hace. Les encanta poner el aire acondicionado a 18 grados y llevar chaqueta. El otro día vi a unos padres que llevaban a un niño en la sillita por el parque con bufanda y gorro… y había 27 grados!! A estos los quería ver yo en Burgos en enero.
     

En fin, como habéis visto hay un montón de diferencias culturales que al menos a mí (que sé que siempre saco el lado positivo de todo), me gustan y me enriquecen. Mucha gente no las lleva tan bien, pero es cierto que a los árabes les gustamos especialmente los españoles. Se encuentran cómodos con nosotros. Por nuestra forma de ser, dicen. Quizá somos menos cuadriculados, más relajados, menos estresados… o quizá es que aún nos queda algo de herencia de los 800 años que pasaron en nuestro país.