Cuando
hace ya unos cuantos meses (demasiados…), me propusieron por primera vez la
idea de venirme a trabajar a Qatar, la verdad es que tuve pocas dudas: conocía
de sobra lo que significaba Aspire y era muy difícil decir que no a una
oportunidad laboral así. Sin embargo, enseguida me vino a la cabeza una
pregunta fundamental: ¿cómo será eso de vivir en Qatar? Es más… ¿dónde coño está
Qatar?
Siempre
he escuchado el tópico ese de que los americanos son unos incultos porque no
saben ni colocar a España en el mapa, o aquello de que los extranjeros piensan
que a todos los españoles nos gustan los toros y a nuestras mujeres las
sevillanas, pero… ¿cuántos de vosotros sabríais colocar a un país archi-nombrado
como Irak en el mapa? ¿y a Bulgaria? Y lo que es peor… ¿a Lleida? ¿Cuántos
seguimos pensando que los alemanes son cuadriculados, los árabes machistas y
los andaluces vagos?
Lo
que quiero decir es que muchas veces vivimos encerrados en nuestros clichés,
casi siempre construidos de oídas, o cuanto menos de verdades a medias. Y
paradójicamente nos jode mucho cuando nos intentan meter a nosotros en uno de
ellos, pero no nos molesta utilizarlos con los demás. Romper un prejuicio no es
cómodo porque implica romper con nuestras creencias, y os aseguro que se me
acabarían los dedos de las manos y los pies varias veces si tuviera que contar
el número de personas que me han dicho que en Qatar hay terroristas, que ponen
bombas o que los “moros” (término despectivo que nunca me ha gustado y ahora
menos) son poco menos que asesinos en potencia.
Pero
para ser sincero, lo que para muchos hubiera sido un freno, para mí fue todo lo
contrario: suena a aventura, suena a lejos, suena a diferente y desconocido…
DECISIÓN TOMADA. NOS VAMOS A VIVIR A QATAR.
Empezamos
a informarnos, a preguntar. Hablamos con unos y con otros, leímos, recabamos
opiniones, y… nos acabamos haciendo nuestro propio cliché. Hace ya mucho tiempo
que suelo decir que de viajes y de cines no acepto consejos: cada uno tenemos
unos gustos, unas preferencias, y unas circunstancias vitales. Y lo que para
unos es un sitio muy bonito o una película muy buena, para otros es un
aburrimiento o una mierda de película. Encontramos sobre Qatar mil opiniones
diferentes, malas, buenas y de todo tipo, pero la realidad es que lo teníamos
claro: queríamos vivir esta experiencia.
Si
os dais cuenta, llevo más de un mes aquí y aún no había hablado prácticamente
nada de mi vida en Qatar. Simplemente porque primero hay que ver, y luego
opinar. Hay que asentarse y poner todo en su contexto adecuado. Hay que dejar
de ver todo desde nuestros ojos occidentales para empezar a mirar las cosas con
ojos de aquí. De lo contrario te pasarás el día enfadado con el mundo y
criticando todo lo que no está a tu gusto o te parece injusto. En eso creo que
consiste la experiencia cultural de vivir en otro país y en otra cultura.
Aprendamos y no nos enfademos por todo (cosa muy frecuente entre la población
extranjera aquí).
Algún
día me dedicaré a contaros mil anécdotas que me han ido ocurriendo, pero hoy
simplemente os voy a contar algunas de las grandes diferencias culturales que
he ido viendo.
EL TIEMPO… ¿ESO QUÉ ES? En occidente vivimos con prisa. Para todo. Y
todos lo sabemos, pero nos hemos metido en la rueda y ya estamos acostumbrados.
La gente baja corriendo las escaleras del metro y no sabe por qué. Los días se nos quedan cortos, queremos ir al
gimnasio, a trabajar, a recoger a los niños, tomar cañas con amigos, y NO NOS
DA TIEMPO. ¡Qué frase más recurrente! Aquí… el concepto de tiempo es otra cosa.
Todo es INSHALLAH (“si Dios quiere”). Que te firmen un papel
puede llevar 2 semanas, 1 mes para que te den el uniforme de trabajo, 3 meses
para un visado, semáforos que tardan 8 minutos en abrirse… Las horas no existen: la gente no lleva reloj,
e incluso esta misma tarde me sorprendió preguntarle a un chico que a qué hora
competía hoy, y me dijo que no sabía (además con cara de “¿y por qué tengo yo que saberlo?”).
Por suerte no soy una persona
que haya vivido nunca pegada a un reloj (bien lo sabéis muchos), y lo llevo de
manera muy relajada. ADAPTARSE O MORIR.
EL RITMO DE LAS COSAS. Las cosas aquí pasan cuando tienen que pasar y
todo lleva su propio ritmo. Si un señor está en el control de pasaportes del
aeropuerto y le toca la hora del almuerzo, se irá a almorzar aunque haya 450
personas enfurecidas en la cola. Y cuando vuelva y haya 1500, estará igual de estresado
que cuando se fue: CERO. Una vez más, el mejor método es asumir que eso es así,
porque si no te pasarás el día cagándote en todo y no conseguirás nada. Así que
si no puedes con tu enemigo, únete a él.
LA SENSACIÓN DE INSEGURIDAD. Lo resumiré muy fácil: me siento más
inseguro paseando por la calle Santiago de Valladolid que en cualquier sitio en
el que haya estado en Doha. Por lo general se respira mucha tranquilidad allá
donde estés. Este es un sitio ideal para las familias, los niños, y una vida
relajada y segura. Una excepción: las rotondas. La norma no escrita dice que
aquí tiene preferencia en la rotonda el que los tiene más cuadrados, el del
coche más grande, o el primero que mete el morro, jeje.
LAS LIBERTADES. Sobre este tema creo que podría hablar más de dos días
y difícilmente acabaría. Uno de los mayores prejuicios que tenemos hacia la
cultura árabe es la opresión a la mujer, el recorte de libertades, etc. Y digo
que podría hablar mucho porque creo que (una vez más) desde nuestra visión
occidental hemos puesto esa etiqueta y ya no vemos más allá. Vaya por delante
que tapar a las mujeres con el burka o con la abaya no me parece digno del
Siglo XXI (y ni siquiera del XVI…), pero sin que suene a demagogia, ¿cuántas
mujeres en muchos países incluido el nuestro están oprimidas por sus maridos y
no llevan burka? No hablo de otros países árabes donde sé que no es así, pero
aquí las mujeres conducen, trabajan, van solas por la calle, y hasta tienen
preferencia en una cola por delante de los hombres. Y lo que es más importante: todo el mundo convivimos en
el mismo lugar y no pasa nada. Nadie se pega, se insulta, ni detienen a nadie
por ser diferente (cosa que en España con esta nueva ley...). Como mucho te avisarán
si llevas minifalda en un sitio donde todas las mujeres vayan tapadas, cosa que
me parece hasta de sentido común, la verdad. Ellos están haciendo un esfuerzo
por abrirse, y creo que nosotros también debemos hacer el nuestro por adaptarnos
a su país y a sus normas, que para eso vivimos aquí.
EL ALCOHOL Y EL CERDO. Aquí sí que nos han jodido a los españoles...
Ambos están estrictamente prohibidos, y para que os hagáis una idea, dar más de
0,0 en un test de alcoholemia es positivo. Y una persona visiblemente borracha
por la calle puede irse al calabozo directamente. En cuanto al cerdo no hay
pena de cárcel (si no yo ya tendría cadena perpetua), pero como ellos no lo
comen por su religión, pues los demás tampoco. De todas formas, y creo que en
un intento de abrirse por su parte, existe una única tienda en todo Doha donde
venden productos “prohibidos” (alcohol, cerdo, etc.). Solo para extranjeros, y
con un permiso especial que te permite gastar máximo el 10% de tu salario al
mes. Lo suficiente para que puedas tener tus cervecitas, tu vinito y tu jamón
en la nevera. Así que tampoco es para tanto.
LA RELIGIÓN. Sobra decir que aquí la religión marca el ritmo de todo.
Los fines de semana son los viernes y sábados (sábado es su día sagrado), por
los altavoces de toda la ciudad se llama al rezo 5 veces al día, en las
habitaciones de los hoteles te ponen gel y champú, pero también un Corán, una
alfombra y una brújula… Curioso todo. Incluso he visto que los chavales antes
de los partidos oficiales de fútbol tienen un rezo guiado por su entrenador. Es
curioso verles a todos arrodillarse y levantarse acompasadamente en el centro
del campo. Seas creyente o no, creo que es algo que hay que respetar.
LA GENTE. Para quien haya viajado a algún país musulmán de los que
tenemos más cerca (Marruecos, Túnez, Turquía…), solo deciros que la gente aquí
es bastante diferente. Se puede pasear por un zoco con tranquilidad sin que te
den el coñazo. En general son gente amable y respetuosa en el trato, y una cosa
que me ha llamado mucho la atención desde el inicio: el saludo para ellos es
sagrado. Llegar a un sitio y dar la mano a todo el que allí esté (le conozcas o
no) es algo casi obligatorio. Se considera de muy mala educación no saludar.
Curioso también.
EL CLIMA. Vivimos en el desierto. Por suerte Doha tiene mar y eso
suaviza algo el clima. Y por suerte yo he llegado en invierno y esto es una
gozada (aún no he visto bajar el termómetro de 20 grados). Pero paradójicamente
es muy común que la gente tenga problemas óseos por falta de vitamina D por una
baja exposición a la luz solar. Se mueven en coche para todo y salen a la calle
lo justo (cosa que entendería en verano con 50 grados pero no ahora que el
clima es genial). Están tan concienciados con evitar el calor que lo evitan
incluso cuando no lo hace. Les encanta poner el aire acondicionado a 18 grados
y llevar chaqueta. El otro día vi a unos padres que llevaban a un niño en la
sillita por el parque con bufanda y gorro… y había 27 grados!! A estos los
quería ver yo en Burgos en enero.
En
fin, como habéis visto hay un montón de diferencias culturales que al menos a
mí (que sé que siempre saco el lado positivo de todo), me gustan y me
enriquecen. Mucha gente no las lleva tan bien, pero es cierto que a los árabes
les gustamos especialmente los españoles. Se encuentran cómodos con nosotros. Por
nuestra forma de ser, dicen. Quizá somos menos cuadriculados, más relajados,
menos estresados… o quizá es que aún nos queda algo de herencia de los 800 años
que pasaron en nuestro país.